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Chavez Libro No. 1
Cardozo Libro No. 2
Chicch Libro

RESEÑAS

RESEÑAS

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Cuerpo adorador del desgarro, vida y angustia, un espectro que cruza el mundo en metamorfósis. Ángel de barro y sangre, ya no el cielo, a menos de ser tormenta y vendavales.
En la oscuridad o en la luz, gritan vísceras que engendra poesía, dolores, placeres. Resurge la Tierra culpable, indescriptible y desmesurada.

“Solo amamos lo que entendemos o lo que hace música, o lo que admiramos o lo que sorprende. No me ames. Abrazame sólo si va a ser con tu oscuridad. Devorame el vientre; espesa, violenta y furiosa. Espuma de mar”

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Un nuevo género literario
Andrés Granese Bortolini

En Un nuevo género literario se anudan una multiplicidad de movimientos que Andrés Granese produce en el acto de publicar este libro.
Es en el título del primer cuento con el que nos encontraremos donde se pone en juego la posibilidad de la creación de un nuevo género literario, tanto en cuento como en género. ¿Acaso se trata esto de un movimiento en espiral donde la creación del cuento envuelve la creación del género que envuelve la creación del cuento? Al mismo tiempo, es el título del libro. Y, atención a esto, no se trata de Un nuevo género literario y otros cuentos. El libro es Un nuevo género literario. ¿Un título o un anuncio? Posiblemente ambas cosas, entramando de esta manera otro movimiento que surge de las entrañas del primer cuento: reunir un conjunto de relatos que no guardan conexión temática entre ellos bajo un nombre, un título, que parece solo venir de una selección particular de este conjunto, una especie de hijo preferido. Pero que, al adentrarse en su delicada construcción, es inevitable sentir que la desconexión entre ellos es unicamente ilusoria y que allí hay un procedimiento que tiende una línea que atraviesa el libro de punta a punta.
Es esta una invitación a entrar en el espiral, en el movimiento, y darnos cuenta, tal vez, que también somos participantes fortuitos de Un nuevo género literario.

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Historia de la psicología 
en Uruguay
Gobiernos, psicologías, subjetividades
Jorge
Chávez Bidart

El presente estudio explora y analiza la articulación entre el conocimiento y prácticas de la psicología con las tecnologías de gobierno en el Uruguay moderno desde una perspectiva genealógica y relacional. Desde la historia crítica de la psicología, los estudios de la gubernamentalidad y de los estudios sociales de la ciencia y la tecnología, se presta atención a los ensambles entre las múltiples prácticas de gobierno, dirigidas sobre el territorio, la población y sus conductas, pensamientos y sensibilidad, a la vez que se identifica la presencia, accionar y proposiciones de los saberes psicológicos en esos entramados, con el interés de esclarecer la agencia de la psicología en los procesos de subjetivación promovidos por el Estado.

La hipótesis que se plantea es que a partir del estudio de los ensambles entre tecnologías de gobierno y prácticas psicológicas, a la vez que reconocemos los fundamentos de estas prácticas, podemos visualizar los procesos de traducción de la racionalidad política de gobierno en el campo de la psicología, identificando y caracterizando los modelos subjetivos propuestos desde las prácticas psicológicas. También es un estudio sobre el modo en que la psicología se institucionalizó, legitimó su aplicación, creó espacios de formación y se adentró en el sistema de profesiones local. Esta es una de las posibles historias de los primeros años de la psicología en el Uruguay, en el marco de las relaciones entre ciencia, política y subjetividad.

El colimador fallido
Lenguaje y política (de Lacan a Rancière)
Santiago Cardozo González

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El lenguaje es nuestros lentes de realidad virtual. Si sus cristales fueran totalmente transparentes o si conservaran un plano de noventa grados (normal) con relación a la línea entre nuestro ojo y el objeto, entonces podríamos pasar toda la vida sin haber tenido noticias de que ahí hay (algo como) cristales. Pero siempre está ocurriendo alguna mínima variación de ese ángulo y ese desliz deforma las imágenes que vemos. O, lo que es lo mismo, siempre aparece una mancha en los cristales. Un poco perplejos pestañeamos un par de veces, corregimos el ángulo de los cristales o limpiamos la mancha y volvemos a enfocar. Ya pasó: fue un error, una anomalía, un glitch. O, maravillados por la alteración, pensamos tontamente: hay infinidad de formas y modos de ver la realidad. De todas maneras el asunto no es tanto la molestia o la fascinación que nos produce la anamorfosis, la alucinación o la mancha. Es una sospecha mucho más radical: la mancha está ahí para que entendamos que hay cristales. Siempre ha habido cristales, siempre hemos tenido puestos los lentes de realidad virtual. Entonces nos podríamos sentir ligeramente eufóricos: el precio que hemos pagado los vivientes humanos para socializarnos es habernos dejado colocar los lentes de realidad virtual, y por tanto, la cuestión y el acto emancipatorio consistiría simplemente en quitárnoslo. Despertar de la virtualidad a la realidad. Eso es cierto, a medias. Pues tarde o temprano deberemos comprender duramente que no hay una realidad verdadera ahí afuera a ser vista por mi ojo virginal. 

 

Sandino Núñez

Mas allá del salario
gicas de la explotación
Chicchi, Leonardi, Lucarelli

Después del golpe neoliberal, después de la caída de su antagonista en la guerra fría y de la preparación del bloque europeo oriental para el mercado y la competitividad, después de las revoluciones tecnológico-comunicativas, después del cableado de las personas y el mundo en el sistema nervioso digital, el capitalismo parece haber puesto en escena su propia desaparición. Y justo es decir que, por un segundo interminable, no estuvo ahí. Así comenzó el nuevo milenio: con un capitalismo oculto en su propia totalidad ilimitada y en la recursividad molar y molecular de su lógica axiomática. El capitalismo perdió la sustancialidad de un algo. No fue un sistema ni un modo del ser de la economía ni un modo histórico de producción: fue el propio empuje vital, la respiración y el metabolismo de un gran organismo global que produce, trabaja, circula, intercambia, se comunica, se reproduce. Por un momento hubo (y todavía hay), si así puede decirse, capital sin capitalismo. Hubo un funcionamiento tecno-natural, ubicuo y eterno, sin necesidad de ideologías que lo legitimaran, ni de investiduras políticas, jurídicas o filosóficas que lo legalizaran. En este libro, Federico Chicchi, Emanuele Leonardi y Stefano Lucarelli, en mi opinión, tratan precisamente este asunto. En primer lugar porque es una voz que señala que el capitalismo siempre estuvo aquí, y que el problema es que ha estado tan cerca de nosotros que hemos terminado por no verlo. En segundo lugar porque hacen notar que esta invisibilidad del capitalismo se debe a que cierta distancia simbólico-política entre sujeto y capital ha retrocedido o se ha retirado: esa distancia estaba representada y sostenida, en el capitalismo clásico, por la institución salarial. En tercer lugar porque para los autores el capitalismo es (clásica, económicamente) una máquina abstracta de generar riqueza abstracta, de extraer plusvalor y de explotar a los hombres —cuidándose de dramatizarlo en términos de poder y opresión. Ellos plantean el problema en el eje del estallido de la institución salarial y la aparición de un territorio post-salarial con nuevas lógicas de explotación que tematizan en el concepto de imprinting.

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Más allá de las fronteras entre Brasil y Uruguay; entre la investigación y la extensión; entre la academia y la sociedad; aprovechamos cada minúsculo estrato de las instituciones y de los proyectos para lograr encontrarnos, entre colectivos y movimientos que despliegan una lucha, una resistencia y una creación de a saltos, de modo continuo, de modo irregular o de modo intempestivo, y que intentan generar condiciones para pensar, re pensar, volver a pensar, siempre de otro modo, procurando discurrir por entre las grietas, por entre las zonas blandas que todo proceso produce, genera, deja sin cubrir.

El negocio del deseo
Una cartografía de la prostitución masculina
Néstor Perlongher

No se encuentra aquí un simple movimiento de adaptación a las normas universitarias, sino un doble movimiento de captura, agenciamiento a imagen de la avispa y la orquídea que Deleuze toma de Uexküll, donde la Universidad, desconcertada seguramente ante aquellas argumentaciones-vibraciones tan diferentes a la sinfonía que acostumbra a imponer, no puede más que acoger la posibilidad del dejarse afectar del investigador, y a la vez afectar a sus prostitutos investigados, haciendo uso de los servicios sexuales que estos últimos ofrecían. Y a riesgo de quedar atados a la idea del “doble movimiento” antes mencionado, diría que traicionaríamos a Néstor —lo que no resulta grave si tomamos la traición como un modo de la traducción, pero que es importante en el marco en que lo anterior puede ser planteado— si no se explicitara este “doble movimiento” como uno solo, en dos sentidos a la vez: devenir. El devenir que habilita la agencia calle-michés-Néstor-Universidad de Campinhas en la resultante impresa de la tesis. Y si Benjamin percibe que por detrás de la traducción de una lengua hacia otra, se expresa la lengua pura, superior; es porque no puede resignar la idea de un sentido original, de un sentido que únicamente puede dar el autor y de una lengua pura que expresaría unívocamente ese sentido. Podemos decir que no sabremos jamás si detrás del encuentro de Néstor con la Universidad, hay un verdadero decir que Néstor no pudo expresar unívocamente debido a la tarea de traducción desde las puras afectaciones, placenteras, deseantes, a un lenguaje formateado por algo parecido a lo que hoy son las normas APA. Sí podemos afirmar que de ese encuentro surgen determinados saberes, conocimientos, modos y haceres y que antes de ese encuentro no eran un pensable en el territorio académico. Y quizás allí la vasija rota de Benjamin, reconstruida con juntas de oro, pueda servirnos para pensar que lo que se expresa allí no es la pureza de la vasija perfecta, sino la belleza de la vasija que, aún con reminiscencias de lo que fue, resulta algo con una belleza propia que ya no remite, y nunca lo hizo, a un “forma pura”. 

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Lo insoportable en las instituciones de protección a la infancia
Carmen Rodríguez

La autora elabora, sobre la base de su tesis doctoral (basada en un análisis de caso, en Uruguay) un libro, éste,  que recoge los hallazgos de su investigación y elabora un andamiaje conceptual que concierne a las instituciones de cualquier geografía y que tiene en la noción , en las prácticas y en el circuito de lo insoportable su más significativa,  inquietante y contundente expresión. 

Biografías traspapeladas en expedientes,  prácticas que dejan intactas las situaciones por las que el sufrimiento singular acontece, posiciones de “inframundo” que expresan menos la banalidad del mal que su banalización y que agregan, a los sufrimientos singulares,  las heridas de los tratamientos institucionales.

Imposible permanecer indiferentes a la lectura.  Imposible no encontrar en la elaboración de Rodríguez elementos para comprender lo que se pone en juego (y al hacerlo conmoverse, apenarse y sentir la urgencia de intervenir políticamente para interrumpir la reproducción de lo insoportable). 

Psicoanálisis y filosofía, vienen a prestar ayuda para que lo insoportable pueda volverse pensable.  Rodríguez tiene una bella escritura, clara, precisa, rigurosa pero no exenta de afecto.  Por eso cada página lleva a la lectura de otra y el libro se recorre como una excelente obra literaria. Pero, por cierto,  Rodríguez no deja margen a duda alguna: su texto concierne vidas concretas de sujetos reales. Eso exige el trabajo de pensar.   Claro está, pensar implica estar dispuesto a desalojar modos de leer y modos de hacer, implica admitir renunciar al conformismo e incomodarse.

Graciela Frigerio

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Discontinuado

Modos de vida y acontecimiento
Una cartografía de las desonancias
Javier Rey

O mundo humano, estriado e estripado por seus campos de conhecimento, de especialização, de dominação e extermínio, vai dando cabo à sua devastação. No entanto, sobre tal superfície devastada, tais campos são revigorados quando tramados por uma ação limítrofe, de resistência, que desalinha e borra fronteiras. A obra de Javier supera excessos no exceder os limites: nela, psicologia não funciona sem filosofia que não funciona sem as artes do corpo, do cinema, da música, da pintura; porque nesta obra nada funciona que não seja a própria vida. Ele mesmo, nômade, já sem rosto e sem contorno instituído, produz um corpolítico que opera estratégias para uma política do encontro, deflagrando o massacre de governamentabilidades débeis que insistem em manter ativo um capitalismo monstruoso infiltrado pelo avesso da alma. “¿Qué alma? ¿Qué enfermedad sufre el alma? ¿Quién sabe curar esta enfermedad que sufre mi alma? ¿A quién debo obedecer?” 

Na tese de Javier Rey, as matérias dos enunciados não são mais demarcadas por estacas; nenhum dos platôs contidos por barragens. Não é mais possível estancar essa enormidade de efeitos sobre tão raros e potentes afectos. Corpos individuados são lançados num espaço clínico de caosmose. Desnudados pelo acontecimento, materializam o pensamento num giro improvável de suas imagens-movimento e imagens-tempo, criando uma relação transvertida com seu centro de indeterminação. Sistema nervoso ou cérebro, pouco importa, este tal centro de indeterminação já não funcionará como antes. Ressonância convivendo com dessonância, eis o que dá consistência imanente a esta vastidão informe do devir-acontecimento às práticas psicológicas. 

Clarissa Alcantara

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